Oct
10
“Del asombro al cambio: el poder del quiebre en la orientación laboral”
"Del asombro al cambio: el poder del quiebre en la orientación laboral" por Elena Ponte, Psicóloga y Coordinadora de la Asociación Eslabón.
La búsqueda de empleo suele abordarse como un proceso lleno de estrategias más o menos lineales de revisión de CV, envíos a contactos, preparación de entrevistas, etc. De hecho puede darse este proceso rutinario con mucho éxito. Pero otras veces, más allá de los procedimientos habituales, existe un instante de asombro y toma de conciencia que puede transformar por completo la manera en la que una persona se orienta profesionalmente. Este artículo explora el quiebre como motor de cambio, comparándolo con la magia de descubrir algo inesperado, para comprender su importancia en el contexto de la orientación laboral.
Como en todas las profesiones, en la nuestra no va a ser menos, tendemos a utilizar palabras que nos “suenan bien” para expresar situaciones de nuestro día a día, es decir, de forma coloquial pero en ese uso cotidiano muchas veces pierden el significado y valor que tienen. Hay palabras muy poderosas, en las que merece la pena pararnos a pensar y la que aquí nos ocupa es una de ellas: “quiebre”.
Si buscamos en la RAE “quiebre” es “separar con violencia”. Eso ya nos tiene que dar una idea de lo que remueve y del impacto que causa la situación en sí donde se experimenta un “quiebre”.
El “quiebre” es un concepto central en los procesos de coaching y, particularmente, en la orientación laboral. Se refiere al momento en que una persona toma conciencia de que la forma en la que viene interpretando su realidad ya no le resulta útil o suficiente para avanzar hacia sus objetivos. Es un punto de inflexión en el que algo “se rompe” internamente —una creencia, un hábito, una manera de mirar las cosas— y, al mismo tiempo, se abre la posibilidad de un cambio profundo.
Esto se ve claramente en algunos procesos de orientación pero no en todos, y tampoco necesariamente tiene porque darse para que la persona alcance sus objetivos o metas.
A mi me quedó muy claro con la escena de una famosa película que voy a tratar de narrar brevemente en este artículo y que os recomiendo que veáis: El truco final (“The Prestige”, dirigida por Christopher Nolan) relata la intensa rivalidad entre dos magos en la Inglaterra victoriana, obsesionados por superar el uno al otro con el truco más impactante. A medida que la competencia entre los magos avanza, cerca del final, un mago moribundo (Hugh Jackman) le revela a su rival (Christian Bale) lo que realmente siente el público al presenciar un truco de magia: el desconcierto, la sorpresa y el instante mágico en que la realidad cotidiana se transforma ante sus ojos. Esta reflexión sobre el asombro del espectador sirve como poderosa metáfora para explicar el quiebre en los procesos de cambio personal y profesional, donde el “dar cuenta” y la transformación interna abren nuevas posibilidades, tal como sucede con el público ante la magia.
Pues bien, a las dos horas y dos minutos aproximadamente se produce una secuencia donde los dos magos mantienen una breve conversación en el desenlace de la película.
Alfred: “Has hecho cosas terribles Robert, ¿y para qué?”
Robert: “Entendiste, cuál era el fin. El público sabe la verdad. El mundo es simple. Miserable. Es despiadadamente real. Pero si podías embaucarlos , solo un segundo. Se hacían preguntas. Entonces, consigues ver algo muy especial. ¿sabés el qué? Esa mirada atónita en sus caras.”
The Prestige (2006) – Ending Scene
Esta escena expresa cómo el truco de magia provoca en el público una ruptura momentánea con la rutina y lo ordinario, generando preguntas y asombro. El silencio, tanto en magia como en los procesos de orientación laboral, es ese instante donde la percepción se transforma y se abre paso a nuevas interpretaciones y posibilidades, cambiando la manera de mirar la realidad. Pero además “se hacían preguntas”, la experiencia provoca en el público que éste se haga preguntas, preguntas sin respuesta inmediata pero que generan duda y desconcierto donde antes solo había certezas sobre un realidad construida muchas veces sobre premisas inciertas.
De manera análoga, el “quiebre” representa ese punto de inflexión en que la persona que se orienta laboralmente rompe con sus creencias y hábitos anteriores. Es un momento disruptivo donde emerge una nueva conciencia, un vistazo a una realidad distinta que antes no se percibía. Al igual que el truco de magia desafía y transforma la mirada del espectador, el “quiebre” desafía las creencias limitantes del orientado, impulsándolo a cambiar y rediseñar su camino profesional con mayor autenticidad y sentido.
Pero necesariamente tiene que existir un quiebre en un proceso de orientación laboral. Cuántas veces como profesionales planteamos a la persona si solo quiere ofertas de empleo o quiere participar en un proceso de orientación. En muchos casos, la búsqueda de empleo puede ser un proceso rutinario o simplemente una necesidad práctica, donde la persona mantiene sus ideas y enfoques sin experimentar un cambio interno significativo.
El “quiebre” es un fenómeno más profundo y transformador que va más allá del simple acto de buscar y encontrar un empleo; es el momento en que la persona se da cuenta de que debe cambiar aspectos fundamentales para avanzar de manera auténtica y alineada con sus verdaderos deseos y capacidades.
Por lo tanto, no toda búsqueda laboral implica un “quiebre”, pero cuando esto ocurre, suele ser un punto clave para lograr una orientación más efectiva.
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